Contra la adversidad
COMPARTIR
TEMAS
Salir adelante ante la adversidad y aceptar el dolor y el sufrimiento nos da también felicidad y nos ayuda a progresar en la vida
¿Quién, alguna vez, no se ha preguntado sobre el sufrimiento, de las razones por las cuales se vienen las malas rachas, de las razones por las que, en ocasiones, la vida se complica? Sin embrago, esos cuestionamientos no son necesariamente los adecuados, sino, en todo caso, las preguntas pertinentes irían en el siguiente sentido: ¿Cómo salir adelante ante la adversidad? ¿Cómo aceptar el dolor y los sufrimientos sin resignarse? ¿Cómo aprender a convivir con nuestra indigencia, dolor y enfermedad? ¿Cómo traducir el dolor en fruto?
Al respecto, Viktor Frankl comenta: “Cuando un hombre descubre que su destino es sufrir, ha de aceptar dicho sufrimiento, pues esa es su sola y única tarea. Ha de reconocer el hecho de que él está solo en el universo (que) nadie puede redimirle... ni sufrir en su lugar (y que) su única oportunidad reside en la actitud que adopte al soportar su carga. La actitud más enriquecedora -no necesariamente la más fácil- es descubrirle un sentido al sufrimiento”.
Si comprendiéramos
Es cierto, el dolor y el sufrimiento son parte de nuestra naturaleza, son también un misterio, son herencia humana, consecuencia de nuestra temporalidad y ciertamente jamás ha existido un solo ser humano que no haya vivido estas experiencias.
Si comprendiéramos el sentido del dolor, del sufrimiento, de los inconvenientes, de los problemas, sería como encender una antorcha en la oscuridad de esa personal situación, lo cual representaría, por sí mismo, progresar en la vida.
Sería bueno comprender que nadie tiene el monopolio del dolor, ni del sufrimiento, que no somos los únicos que más padecemos, esto es lo que quiso decir el poeta Gibrán cuando expresó: “la vez que en mi vida me sentí más mal fue cuando me quejé que no tenía zapatos y entonces, de pronto, vi a una persona que no tenía pies”.
Vivir en positivo
A pesar de todo, existen personas que viven la existencia en positivo, que saben muy bien que salir de un padecimiento, podrá ser complicado, pero no imposible, pues le han apostado al “sí se puede”. Personas que se han convencido que el dolor es transformable, que puede convertirse en una palanca que levanta al ser humano de su propia miseria. Que saben que el dolor puede ser, paradójicamente, fructífero. Estas personas son las optimistas de corazón, las que se preguntan el para qué de su dolor, pérdida o sufrimiento, y no tanto el por qué.
Las personas que viven sin el freno puesto, que viven en positivo, están dispuestas a transformar su propio sufrimiento, en hacerlo inclusive útil, benéfico. Ellas descubren - aunque lo que voy a decir parezca una brutalidad- que el desconsuelo puede ser un don, porque mediante él “pueden conocerse a si mismos: su humanidad, su dignidad y su misión”. Aquí, tal vez, se encuentra la explicación de que, cuando una persona visita a un enfermo para reconfortarlo, el reanimado sea precisamente el visitante.
Siempre adelante
Recuerdo haber leído sobre una persona que ha vivido en positivo, me refiero a Kitty O´Neil, una americana en cuya infancia parecieron derrumbarse todas las enfermedades: a los cuatro años el sarampión y la viruela destrozaron sus nervios auditivos y quedó totalmente sorda y sin sentido de balance; años más tarde conoció la meningitis y tuvo que sufrir una terrible operación a consecuencia del cáncer. Nadie pensaba en un futuro promisorio para esa flacucha muchachita, cuyo destino parecía languidecer en una silla de ruedas.
Kitty llegó a tocar el piano y el chelo, danza y corre, también se destacó como una de las dobles cinematográficas más notables de Hollywood: piloteando coches y motos, saltando desde trampolines y realizando todas esas maravillas que nos asombran del cine. Y todo esto después haber representado a los Estados Unidos en las Olimpiadas de Tokio y de haber roto más de 27 récords en diversas competencias.
Ella es una persona que ha sabido vivir en positivo al trascender la enfermedad, demostrando que el sufrimiento puede llegar a ser un revelador de dones y talentos impensables para la misma persona en otras circunstancias.
Vidas ejemplares
Otro caso, es el científico Stephen Hawking, probablemente el físico más conocido desde los tiempos de Einstein, quien desde que tenía 20 años padece Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) enfermedad incurable, pero que no le ha impedido seguir con su actividad científica.
Su padecimiento es para desanimar a cualquiera, pero no a Stephen. Su inquebrantable espíritu para enfrentar su realidad con valentía y decisión le han permitido soportar lo insoportable, contra todo pronóstico médico, ha llegado a cumplir 74 años, este hombre ha derrotado la enfermedad, su vitalidad y resistencia frente al infortunio del destino, es un vivo ejemplo para propios y extraños.
Y qué decir del predicador cristiano y director de Life Without Limbs” Nick Vujicic padece una rara enfermedad que se caracteriza por la carencia de tres de sus extremidades, a Nick le faltan ambos brazos a nivel de los hombros y la extremidad inferior derecha, tiene un pequeño pie con dos dedos de su muslo izquierdo, con el cual ha intentado llevar una vida productiva.
Nick aprendió a escribir usando los dos “dedos” de su “pie” izquierdo, y utiliza un aparato que se introduce en su dedo más grande para sostener cosas. Durante su niñez sufrió acoso, razón por la cual, a sus ocho años, pensó en el suicidio, pero logró superar esa etapa, hoy está felizmente casado y es mundialmente reconocido como un notable escritor y conferencista. Es una incansable persona que inspira a millones de jóvenes.
Permanente misterio
“El sentido del sufrimiento es un misterio, pues somos concientes de la insuficiencia e inadecuación de nuestras explicaciones”, pero parafraseando a Sábato ¿qué puede hacer el mundo entero en contra de una persona que canta ante el dolor y la miseria? ¡Nada!
En contra de la proclama del mundo materialista y hedonista, la gente que verdaderamente tiene éxito es la que vive y se realiza a pesar del sufrimiento o, precisamente, gracias a él.
Todo parece apuntar que, en ocasiones, el problema no está en lo mucho que podemos sufrir, sino más bien que no sabemos cómo sufrir. Y es mediante el amor y la determinación como las personas podemos salir adelante. Es esa misteriosa fuerza, la que representa el mejor bálsamo para afrontar el padecimiento humano, soportar la constante fragilidad.
La victoria sobre los padecimientos puede ser silenciosa y ésta representa el mayor de los triunfos que las personas podemos lograr en la existencia. Ciertamente, es necesario saber vivir en positivo; sin duda, representa un inmenso reto, pues los alocados tiempos en los cuales nos han tocado vivir pareciera que los padecimientos y las preocupaciones se multiplican, sin miramientos, en cada instante.
En fin, para vivir la vida en positivo, hay apoyarnos en Dios y comprender, como dice Kierkegaard, que “la única forma de evitar la angustia es tener fe en que, cuando Dios lo decida, el tiempo y la eternidad se volverán una misma cosa. Que tanto la vida como la muerte tienen sentido”.
gutierrez@itesm.mx
Programa Emprendedor
Tec de Monterrey Campus Saltillo