Café Montaigne 10
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Sujetar en precarios corsés o camisas de fuerza (géneros) lo que uno escribe, sirve solamente para escuelitas de comunicación, letras o eso que aún se practica aquí en Saltillo, los llamados talleres literarios. El maestro por antonomasia es Jesús de León. Decenas de alumnos se han graduado bajo la tutela, ojo y égida de este prócer y forjador de nuevas generaciones. Pero, ¿dónde comienza o germina un género literario y termina otro? ¿Dónde se abre el corchete, dónde el cuadro sinóptico, donde empieza la vanguardia o dónde la retaguardia? En fin, lo anterior es propio de alumnos, academias y maestros, no de escritores y periodistas.
El liminar viene a cuento porque hace poco y podando mi biblioteca, di con una colección de revistas las cuales creía perdidas. Son algunos ejemplares de la buena publicación “Biblioteca de México” (ignoro si se sigue editando al día de hoy), y quién no lo sabe, esta revista fue fundada por Jaime García Terrés. En especial, los números que tengo, estuvieron coordinados por el poeta Eduardo Lizalde. Doy un sorbo a mi café expreso y aquí comenzamos. El número 123, el cual he leído (la verdad, sí la leí en su momento, hay marcas y señales de lápiz y grafito en varios textos, pero ya no lo recordaba), está dedicado a “Los Novelistas como Poetas”. La nómina de este número es de colección: D.H. Lawrence, Víctor Hugo, Samuel Beckett, mi admirado Francis Scott Fitzgerald, William Faulkner, Ernest Hemingway, Pier Paolo Passolini, Hermann Hesse, Blaise Cendrars y Nathanael West.
Se presenta una pequeña antología de poemas de cada uno. En el caso de que dichos poemas proceden de libro, se ilustra éste y se da cuenta de su ficha. En ciertos casos, son textos sueltos que pergeñó en su momento dicho autor, quien, digamos, no pudo resistir la tentación de escribir un texto poético. Pero, ¿qué es un texto poético, un poema? ¿Qué es una novela, un cuento; cuál es la definición de una crónica periodística o una crónica literaria? ¿Qué se considera hoy una estampa, una celdilla o un perfil?
Esto sirve a las escuelas de párvulos, no en la vida real, donde los lectores cada vez exigen mejor prosa para quedarse leyendo. Lamentablemente y hoy, 140 caracteres les suponen una lectura de corridito como un esfuerzo descomunal.
¿Cómo clasificar el portentoso libro de Tomás Eloy Martínez, “Lugar Común la Muerte”? ¿Es novela, cuento, reportajes, crónicas? En su momento la Academia Gongourt, de Francia, que otorga el galardón del mismo nombre, lamentó no poder otorgarle el premio a “Tristes Trópicos” del intelectual Claude Lévi-Strauss. El libro se leía como una novela, pero era su autobiografía ancilada en la antropología estructural. Puf.
Esquina-bajan
En la presentación de la revista, se preguntan precisamente lo anterior. ¿Qué texto cumple a cabalidad ser un poema, cuál otro puede ser un ingenioso juego de palabras solamente, o bien, las líneas o versos se quedan encuadrados en eso que llamamos sentencias o aforismos? Del teatro al poema en prosa. De la narrativa al teatro y al verso. Estos titanes de la literatura universal no tenían género aborrecido. Ni les interesaba encasillarse o ser literariamente correctos. Por ejemplo, del narrador al cual volvemos una y otra vez, D.H. Lawrence, hay una antología de sus versos, “Poemas Escogidos”, para editorial Visor en una edición de 1982.
En un texto de los que se recogen, “Después de la Ópera”, el erotismo a lo cual nos acostumbró con su narrativa, aquí se despliega en dosis milimétricas. Fetichista, se detiene moroso en los pies femeninos. Escribe: “Damas/ que caminan como pájaros de pies brillantes y afilados,/ y miran con ansiedad, como a la busca del bote que/ las salve del naufragio…” De Hermann Hesse y de su libro “Escrito en la Arena” (sin duda, una referencia bíblica a Jesucristo), se publica el poema “Oda a Hölderlin” donde el Nobel dice que “sin oraciones y sin dioses/ prosaicamente el pueblo camina sobre el polvo.”
De Víctor Hugo, por ejemplo, se presenta un largo poema titulado “¿De Quién es la Culpa?”, texto que lo mismo sería un discurso, una cartilla moral o una denuncia. Al incendiar una biblioteca, el pirómano es asediado y masacrado a preguntas por su interlocutor, el cual le endereza una perorata ética de que fue un “crimen inaudito”. ¿Es un poema? Usted tendrá su mejor opinión. Del Premio Nobel, William Faulkner, se publican varios poemas, en uno de éstos se lee: “La luna está loca, y brilla débilmente,/ y hurga con los dedos, curiosa,/ en la espesura y los sotos,/ y luego se detiene…”. Nadie resiste la tentación de escribir un poema. Los resultados varían en cada narrador.
Letras minúsculas
Los textos más sorprendentes fueron los de Blaise Cendrars. Perturbadores, únicos, letales.