Buenos vientos contrarios
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El barco de vela necesita el viento en la popa para avanzar.
El avión requiere el viento que venga de frente para poder ascender. Viento en popa quieren los marineros, y buenos vientos contrarios reclaman los aviadores.
Las voces públicas frente a lo inesperado suelen irse por caminos de tristeza, de miedo, de coraje. Se piensa que lo digno, lo acertado es el ojo por ojo y diente por diente y contagiarse de lo mismo que se condena. Insulto frente a insulto, desprecio frente a desprecio, violencia frente a violencia. Se empieza a tomar la misma actitud de aquél a quien se critica.
La imaginación anticipa y adelanta y diseña un futuro como un fantasma para asustarse o como una calamidad para lamentarse. Se sufre y se condena lo que aún no sucede. Se ven sombras sin luces, atrocidades sin oportunidades. Se llega a adjudicar una satanización que acumula todo lo condenable atribuyendo, además, las peores intenciones.
Lo que otros ven como una lucha por la legalidad se contempla como odio a una raza, a una nacionalidad, a una creencia. Cualquiera quiere que su casa tenga paredes y bardas si ve que muchos desconocidos no entran por la puerta y han causado daños dentro. Si hay un requisito documental no cumplido, como entrar sin boleto en estadio en que hay juego o subirse a un transporte sin dar billete, el transgresor está expuesto a que lo expulsen o a que lo bajen.
Poner lo dislocado en su lugar parece a todos un principio de orden elemental. Lo que se ve como drasticidad y rigidez legalista en un vecino llega a verse como necesidad propia cuando la misma penetración indocumentada se da en otro punto cardinal en el propio territorio.
En la presente coyuntura internacional puede aprovecharse el viento contrario y la prueba para ascender y mejorar. Aun la piedra en que se tropieza hace que en lugar de un paso se den dos o tres. Con un complejo de víctima se puede hacer un adictivo clima de lamentación en lugar de aprovechar los propios recursos para una superación también inesperada.
Cualquier cardo es espinoso y peligroso antes de florecer. Las formas parecen deformarse cuando se transforman. El principio de una nueva época es como un alumbramiento que puede causar dolor, indispensable para una liberación.
Lo esencial frente al buen viento contrario es la unidad, la solidaridad, la iniciativa, el valor, la dinamización de las propias potencialidades en lugar de quedarse ofendido, triste, encorajinado y hasta temeroso, queriendo imitar las mismas actitudes que se rechazan.
Las voces públicas suelen poner navajas, atizar fuegos, picar crestas. Quizá sea hora de tender puentes de diálogo y vencer con altura, como el papalote, la fuerza del viento que parecía amenazador…