Bomberos, policías, camareras y enfermeras, recibirán el Año Nuevo velando por los saltillenses
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Mientras que la mayoría festejará en familia la llegada del Año Nuevo, otros personajes vestidos de policías, bomberos o enfermeras velarán por la seguridad de los saltillenses
POR: Édgar Moncada / FOTOS: Omar Saucedo / Héctor García
En el momento que comiencen a sonar las 12 campanadas para recibir el año 2017, Miguel Ángel estará cumpliendo con su deber y muy probablemente alejado de su familia, así se lo exige el trabajo que eligió hace 4 años, por el cual está orgulloso, aunque reconoce que si de elegir se trata, estaría más contento compartiendo esos momentos con los suyos.
Fue en 2012 cuando este hombre, ahora de 38 años, decidió enlistarse para formar parte de la Dirección de Policía y Tránsito de Saltillo con el propósito de servir desde ahí a la ciudad que lo vio nacer y donde ha radicado siempre.
Desde joven, Miguel Ángel Zúñiga Gallegos trabajó en la industria maquiladora de la región, hasta que supo de la convocatoria que lanzó el Municipio en la que buscaban nuevos elementos para engrosar las filas de la corporación.
Luego de aprobar todos los exámenes correspondientes, fue ingresado a la institución y asignado a la Subdirección de Tránsito, labor que, según dice, le llena de satisfacción y durante este fin de semana no será la excepción.
Benito Gutiérrez López, responsable de esta área en el Municipio, explica que tratan de hacer un balance entre el personal a su cargo y les otorga días francos, ya sea en Navidad o en Año Nuevo, pero asegura que es imposible desproteger a la ciudad, por lo que hay quienes deben laborar esas fechas.
Miguel Ángel deberá pasar lista el sábado 31 de diciembre a las 18:00 horas en la Comandancia de la Policía Municipal, a partir de ese momento estará al tanto de las incidencias viales en la ciudad hasta terminar su turno 12 horas después, es decir, ya en 2017.
“Ya andando en la calle y en la vida real uno ve muchas cosas, como puede ser una noche tranquila o puede ser una noche llena de accidentes, así es el día a día de la chamba, a veces está tranquilo y a veces mucho movimiento”, comenta este agente de tránsito.
Zúñiga Gallegos señala que cualquiera de las dos fechas es buena para compartir con la familia, aunque reconoce que a él le agrada más la Noche Buena y Navidad para estar cerca de su esposa y sus 3 hijos de 13, 11 y 10 años de edad.
Miguel Ángel sabe que, por experiencia, hay más riesgos de accidentes o cuestiones que atender durante las últimas horas del año y las primeras del siguiente, esto debido al consumo del alcohol y a que muchas personas deciden salir a festejar ese acontecimiento.
“A todo esto uno le agarre el gusto, uno viene de la vida civil, pero luego entra aquí y le agarra el gusto. A mí me gusta mucho mi chamba y sabe lo que hay; no hay días festivos, no hay vacaciones en estos días, por eso tratamos de estar con la familia el poco o mucho tiempo que tengamos”, comenta el uniformado.
En el justo a las cero horas del 1 de enero de 2017, los radios de las patrullas y centrales comenzarán a sonar, pero será para que a través de esta vía, los oficiales se deseen un feliz Año Nuevo. Todos esperan que los llamados que se hagan durante ese lapso sean sólo para eso y no para atender emergencias.
El deber manda
Los bomberos en Saltillo tienen turnos de 24 horas y descansos de 48 y quienes trabajaron el pasado miércoles volverán a estar en guardia este sábado a las 08:00 horas, tal es el caso de Ituriel Alejandro Coronado Zamora, quien forma parte de este cuerpo de rescate desde hace 6 años y está asignado a la Estación Norte, sobre el bulevar Isidro López Zertuche.
De hecho, ya son tres ocasiones consecutivas en las que recibe el Año Nuevo en la estación, al lado de los otros siete compañeros que estarán al tanto de cualquier incidencia que pueda surgir y a la que deberán atender, sin importar otra cosa.
Las labores son prácticamente las mismas para los bomberos que trabajarán ese día, el pase de lista se da minutos antes de la hora de inicio y a partir de ahí, a cumplir con sus responsabilidades. Lo único que cambia es el pequeño convivio que entre ellos mismos organizan en la terminal, con la autorización de sus superiores.
Ituriel se casó hace aproximadamente un año y tiene una niña de 10 meses, ella y su esposa lo esperan, deben hacerlo durante 24 largas horas hasta que este bombero termina su labor, siempre con la fe de que regresará a casa con bien.
“Sí, aquí me la voy a pasar ese día, pero así es esto. Ya es una forma de vida como andamos, así lo creo yo, mi esposa, pues ya sabía, ya se acostumbró, como quiera se preocupa pero las prácticas y el conocimiento que tenemos nos lleva hacer un trabajo más profesional”, comenta Coronado Zamora.
No niega que sí extraña a su familia, en especial porque su hija es pequeña y en ocasiones se pierde detalles de su crecimiento, pero reitera que esto es parte de su labor, trabajo que eligió para dejar atrás la carpintería a la que se dedicó durante varios años.
Para Ituriel y el resto de sus compañeros la Estación Norte se convirtió en su segundo hogar, ellos precisamente integraron una familia por la convivencia constante desde que los ocho elementos integraron su guardia en estación hace dos años.
Una carne asada, discada o borrego al ataúd son las opciones que tienen para preparar este año, aunque aclara que esto debe ser por la tarde, ya que apenas comienza a oscurecer y los llamados de servicio son infaltables, principalmente los conatos de incendio en predios baldíos, que son generados por los cohetes.
Si es que en ese momento no están en algún llamado, justo al inicio del Año Nuevo, los bomberos se dan el abrazo como una verdadera familia, encienden las luces de los camiones con el fin de sumarse a la celebración y en lo particular, cada quien busca estar cerca de sus seres queridos, al menos a través de una llamada.
Celebra con ‘la Otra familia’
Los padres y hermanos de Raúl Anselmo González Rodríguez están en Monclova, donde él nació, por lo que, con más razón siente un mayor apego a sus compañeros en la Estación de Bomberos Norte de Saltillo; ahí recibirá el Año Nuevo el próximo sábado, si es que en ese momento no atiende una emergencia en algún punto de la ciudad.
Radica aquí desde hace una década y hace seis años ingresó al cuerpo de bomberos. El miércoles pasado, al compartir su experiencia estaba en su sitio de trabajo, revisando el equipo y las unidades, en espera de algún llamado de auxilio.
“Con el tiempo uno ya se acostumbra a todo esto, hasta cierto punto, verdad; sí se extraña, porque mi familia se junta en Monclova y todo esto, pero lo tomamos ya normal, estamos conscientes de que así es el trabajo”, comparte este apagafuegos.
Aunque a la familia de este monclovense le parece complicado que no haya alguien que cubra a Raúl para que pueda viajar a la fiesta de Año Nuevo, en realidad sí lo es, porque todos quisieran estar con los suyos, pero siempre debe haber elementos de guardia.
Raúl sabe que su familia de sangre está a unos 200 kilómetros de distancia, pero ahí en las instalaciones del bulevar Isidro López Zertuche, encontró a siete compañeros con los que ha compensado un poco esta situación.
“Una vez apenas nos estábamos sirviendo la barbacoa y comenzaron las llamadas, dejamos los platos ahí servidos y ya no regresamos a la estación hasta las 07:00 horas del otro día”, recuerda este elemento.
Así es que mientras la mayoría de las personas estarán celebrando del Año Nuevo, hay otras que por su responsabilidad no les será posible y quienes, como en este caso, estarán velando por la seguridad de los saltillenses, por lo que piden a los ciudadanos extremar precauciones y disfrutar a sus seres queridos.
“Aprovechen a su familia, que la tengan cerca, que la pasen muy bien. No les podemos decir que no usen cohetes y todo eso, pero sí que lo hagan con mucho cuidado y en lugares donde no se puedan generar incendios, porque aunque es nuestro trabajo, a veces no nos damos abasto”, comenta Raúl Anselmo.
Júbilo por Año Nuevo no ‘entra’ al motel
Las hileras de vehículos típicas de cada fin de semana, no son esperadas en esta fecha de celebración
Por: Karla Guadarrama
El júbilo llega durante los últimos minutos del año viejo, el éxtasis llena todo ambiente excepto el lugar acostumbrado a él: un cuarto de motel. Así es trabajar de madrugada para una camarera la noche de año nuevo.
Hileras de vehículos esperando a entrar es una postal típica de cada fin de semana, el doble de gente llegada la quincena, y el triple si se trata de San Valentín.
Pero en Año Nuevo la historia es diferente.
Aunque el trabajo es poco, “alguien tiene que hacerlo”, y ahí está ella, a quien llamaremos Laura para cuidar la identidad de la persona que lleva trabajando dos años en un motel cerca de Mirasierra.
Acostumbrada a toparse con espejos manchados más allá de lo que uno se pueda imaginar, Laura aseguró que existe mucho tabú en su trabajo, son pocas las compañeras que aguantan el ritmo de vida y sobre todo la carga de trabajo, pero a ella le gusta, además de traer la vocación de camarera de parte de su familia.
Fue su mamá quien la invitó a trabajar. “Se solicitan camareras”, así fue la invitación que su madre leyó y pasó como batuta.
De los 42 habitaciones que componen al motel, son contadas las personas que llegan a despedir el año en una de ellas. Alguien debe estar al pie del cañón para cualquier situación que se requiera y ahí está ella.
La historia de Laura se repite en rincones parecidos de bulevar Fundadores, carretera a Zacatecas y carretera a Monterrey.
Según el gerente del motel donde Laura trabaja, es el día que más ausentismo se reporta, pero éste no pega tanto debido a que no es mucha la afluencia, pero negocio es negocio.
Un trabajo poco valorado como el de Laura es como muchos más. La vocación por dejar impecable cada habitación, sin importar lo que tenga que “tallar” o acomodar para que luzca como nueva, es un “trabajo derecho” y hace lo que le gusta.
Colchones volteados, sábanas hechas bola, baños con huellas, espejos chuecos y más desacomodos, son parte de su día a día, sin dejar de lado las decenas de objetos olvidados por clientes, desde consoladores hasta celulares y relojes.
“Hasta para recogerlos se debe tener vocación”, recalcó Laura, al señalar que es deber de la trabajadora llevar la pertenencia al lobby. Una de sus compañeras aseguró que generalmente regresan por sus cosas hasta el otro día.
Durante el arranque de año nuevo hay decenas de personas trabajando, algunas rescatando vidas, otras vigilando, sirviendo bebidas, cantando, y otras que velan por la comodidad y placer ajeno, una tarea en manos de Laura.