Boletas electorales: seguras, pero muy caras
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De acuerdo con lo informado por el órgano electoral de Coahuila, ayer dio inicio el proceso de impresión de los casi seis millones de boletas a ser utilizadas en la jornada electoral del próximo 4 de junio, cuando los electores coahuilenses seleccionaremos al próximo Gobernador, así como a los integrantes del Congreso y de los 38 ayuntamientos de la entidad.
Las boletas, según se dio a conocer, serán las más seguras de la historia, pues contarán con un total de 15 medidas de seguridad que las vuelven literalmente infalsificables, con lo cual los coahuilenses podemos estar seguros de que dichos documentos no podrán servir como instrumento para intentar pervertir la voluntad ciudadana expresada en las urnas.
Hace ya un buen tiempo que en México esto es así, pues las autoridades electorales han decidido invertir fuertes sumas en la impresión de boletas que garanticen la inviolabilidad de dicho instrumento. Pese a ello, nunca está de más que las medidas de seguridad empleadas para imprimir los referidos documentos sean ratificadas.
Vale la pena, sin embargo, poner sobre la mesa la necesidad de discutir si es necesario invertir 11 y medio millones de pesos en la impresión de documentos infalsificables sabiendo de antemano que una buena porción de estos irán a la basura, porque nadie los utilizará debido a las altas tasas de abstencionismo que padecemos.
Y vale la pena discutir el asunto no solamente por el tema del dinero invertido en la elaboración de las boletas, sino porque la incorporación de medidas de seguridad como las utilizadas en México no es la única forma de garantizar la inviolabilidad del sufragio.
En otros países del continente –Argentina, por ejemplo– la impresión del equivalente mexicano de las boletas electorales se realiza en papel periódico e incluso cualquier persona –incluidos los candidatos y sus partidos– puede ordenar la impresión de las mismas.
¿Cómo es posible eso? Por un sencillo e ingenioso mecanismo utilizado para votar: los electores deben recortar, de las planillas de votación, el emblema del partido por el cual desean sufragar e introducir dicho emblema en un sobre que luego depositan en las urnas.
Cada elector puede depositar sólo un sobre y sólo cuentan aquellos votos que están correctamente “configurados” de acuerdo a las reglas electorales.
Se trata, sin lugar a dudas, de un método igual de seguro pero mucho más barato que el nuestro, pues las boletas electorales no semejan papel moneda –como ocurre en nuestro País– y ello implica que las boletas “desperdiciadas” no tienen un impacto relevante en el presupuesto electoral.
En su momento, la elaboración de boletas con múltiples mecanismos de seguridad tuvo una razón de ser en México. Hoy, las razones que dieron origen a la medida ya no parecen tan evidentes y por ello la nueva realidad invita a, por lo menos, considerar la necesidad de discutir el tema.