Argentina elige un nuevo presidente tras 12 años de kirchnerismo
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En Argentina para ganar en primera vuelta se necesita más del 45 por ciento de los votos o más del 40 por ciento y una ventaja de diez puntos porcentuales sobre el más cercano contendiente.
Argentina celebrará el domingo elecciones generales para votar, en medio de gran incertidumbre por el resultado, al sucesor de la presidenta Cristina Fernández, quien cerrará un ciclo de doce años de gobierno kirchnerista en el país sudamericano.
Los sondeos apuntan a un escrutinio de alta tensión, ya que por pocas décimas se podría definir un triunfo en primera vuelta del candidato presidencial del Frente para la Victoria (Fpv) oficialista, el peronista Daniel Scioli, o una segunda ronda en noviembre con el postulante de la coalición opositora Cambiemos, Mauricio Macri.
El tercer candidato con alta intención de voto, el peronista disidente Sergio Massa de la alianza UNA, no alcanzaría en tanto a pelear por un lugar en una eventual segunda ronda.
En Argentina para ganar en primera vuelta se necesita más del 45 por ciento de los votos o más del 40 por ciento y una ventaja de diez puntos porcentuales sobre el más cercano contendiente. Las encuestas coinciden en señalar que Scioli obtendría cerca del 40 por ciento; Macri, un 30 por ciento; y Massa, poco más de 21 por ciento.
"El escenario es muy ajustado y se centra en los diez puntos de diferencia que necesita Scioli para ganar", evaluó la analista política Mariel Fornoni, de la consultora Management & Fit.
Las últimas horas previas a los comicios del 25 de octubre pueden ser clave. Según la consultora, cerca de 30 por ciento del electorado tiene un "voto volátil". Al 15 por ciento de indecisos se suma casi un 20 por ciento de personas que admiten que pueden cambiar su decisión a último momento.
Unos 32 millones de ciudadanos fueron convocados a votar el domingo presidente y vicepresidente, 130 bancas de diputados nacionales (sobre un total de 257), 24 senadores nacionales (sobre un total de 72), 43 legisladores para el Parlamento del Mercosur (Parlasur) y en once provincias se elegirán gobernadores, legisladores provinciales, intendentes y concejales.
Una de las regiones que pueden definir la elección es la provincia de Buenos Aires, que representa el 37 por ciento del padrón nacional. Allí se postula como candidato a gobernador del FpV el actual jefe de Gabinete nacional, Aníbal Fernández, un peronista histórico pero uno de los funcionarios de peor imagen pública; mientras que por Cambiemos compite María Eugenia Vidal, una figura ascendente.
"Scioli necesita el voto no atado a la fidelidad de Cristina Fernández de Kirchner. Pero las figuras de (su compañero de fórmula Carlos) Zannini y Aníbal Fernández le dificulta diferenciarse" de la presidenta, señaló Fornoni.
El gobernador desde 2007 de la provincia de Buenos Aires, de 58 años, se presenta como el candidato que puede "garantizar la gobernabilidad" con el apoyo de sindicatos y las provincias gobernadas por el peronismo. Aunque evita una confrontación abierta con el gobierno, asegura que no será un presidente "de transición" ni un títere del kirchnerismo.
"Voy a ejercer con plenitud las facultades constitucionales", afirma Scioli, quien anticipa que de llegar a la presidencia va a "mantener lo que ya está, cambiar algunas cosas, corregir otras y trabajar para lo que falta".
Macri, de 56 años, se postula en tanto como el candidato "del cambio". Ex presidente del club de fútbol Boca Juniors, empresario y alcalde desde 2007 de la ciudad de Buenos Aires, lidera el partido de centroderecha PRO. Basa su campaña en la promesa de "pobreza cero, luchar contra el narcotráfico y unir a los argentinos" luego de doce años de kirchnerismo que abrieron una "grieta" en la sociedad entre los denominados K y anti-K.
Massa, de 43 años, se estableció como el tercero en discordia y evitó una polarización electoral entre Scioli y Macri. En caída antes de las primarias de agosto, el diputado y líder del Frente Renovador se recuperó e incluso sumó apoyo en los últimos meses con una campaña agresiva de propuestas concretas y algunas polémicas para reactivar la economía -respaldado por el ex ministro de Economía Roberto Lavagna- y luchar contra la inseguridad y el narcotráfico con ayuda de las Fuerzas Armadas.
También se postulan a la presidencia Margarita Stolbizer, de la coalición de centroizquierda Progresistas; Nicolás del Caño, del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT); y el peronista disidente Adolfo Rodríguez Saá.
Los resultados que proyectan las encuestadoras advierten que el FpV perdería la mayoría propia en la Cámara de Diputados, pero lograría mantenerla en el Senado, por lo cual al próximo presidente -cualquiera sea- le tocará gobernar a través de acuerdos con aliados parlamentarios.
La herencia que recibirá el próximo presidente luego del gobierno del fallecido Néstor Kirchner (2003-2007) y los dos mandatos de Cristina Fernández (2007-2011 y 2011-actual) es compleja, aunque la dirigente peronista dejará el cargo con una imagen positiva de su gestión, en torno al 40 por ciento.
Una economía estancada, con problemas en algunos sectores productivos y una inflación cercana al 25 por ciento anual, exiguas reservas de divisas en el Banco Central, alta emisión monetaria, un déficit estimado en un 7 por ciento del PIB, un tipo de cambio doble, con una brecha del 70 por ciento entre el dólar oficial y el marginal y estrictas restricciones a la compra de divisas, desabastecimiento energético y casi un 29 por ciento de la población sumida en la pobreza, según un estudio de la Universidad Católica Argentina (UCA), son algunas caras del escenario que enfrentará a partir del próximo 10 de diciembre el nuevo presidente.
Argentina también enfrenta litigios con fondos especulativos de inversión y tenedores de bonos en moratoria que reclaman el pago completo y con intereses desde 2002, que lo mantienen aún alejado del mercado financiero internacional para obtener créditos a tasas bajas.
El amplio sistema de asistencia social que implementó Fernández de Kirchner sacó sin embargo a miles de familias de la indigencia y llevó a muchos niños de regreso a la escuela. Fue el sostén para sacar de la pobreza extrema a parte de la población, aunque el gobierno no mide ese índice desde 2013.
La ausencia de estadísticas oficiales fiables no permite un análisis certero de la situación económica y social, que debe mientras tanto ceñirse a los estudios privados o de entidades universitarias o multilaterales internacionales.
Mauricio Macri, de Boca Juniors a la Casa Rosada
Mauricio Macri está a un paso de concretar el sueño que acarició desde que puso un pie en la política: ser el presidente de la Argentina.
El candidato presidencial de la coalición opositora Cambiemos, acompañado en la fórmula por la senadora Gabriela Michetti, sabe que está lejos de poder ganar en primera vuelta el domingo.
Su apuesta es forzar una segunda ronda y allí congregar a todo el voto opositor para derrotar al oficialista Daniel Scioli, el postulante del Frente para la Victoria (FpV) que lidera los sondeos con cerca de un 40 por ciento de intención de voto.
El fútbol, el deporte más popular del país, catapultó a Macri a la política y su gestión como jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires fue su trampolín en la carrera hacia la Casa Rosada.
Macri, de 56 años, tuvo una temprana experiencia en la actividad privada como ejecutivo de varias empresas de uno de los principales grupos del país, Socma, creado por su padre Franco Macri. Y con la popularidad que le dio su exitosa gestión entre 1995 y 2008 como presidente de Boca Juniors, uno de los clubes de fútbol de mayor convocatoria, se lanzó a conquistar la capital argentina.
El camino no fue sin embargo tan sencillo porque perdió en las primeras elecciones a las que se presentó como candidato por Compromiso por el Cambio a alcalde porteño en 2003.
Entre medias fue elegido diputado nacional, con un criticado paso por el Parlamento, fundó en 2005 el partido de centroderecha PRO y debió esperar hasta 2007 para ganar por fin las elecciones para jefe de Gobierno de Buenos Aires. Cuatro años más tarde obtuvo un segundo mandato, a lo largo del cual consolidó su candidatura presidencial.
Macri nació el 8 de febrero de 1959 en la localidad bonaerense de Tandil, en el seno de una familia de inmigrantes que tejió una fortuna en el sector industrial y de la construcción. Fue a un exclusivo colegio inglés de la zona norte, se graduó como ingeniero civil en la Universidad Católica Argentina y amplió su formación en centros de estudios estadounidenses.
Su padre es el ítalo-argentino Franco Macri, quien a los 85 años es reconocido como uno de los empresarios más ricos del país y por su buena relación con los gobiernos de turno: primero Menem y luego los Kirchner. Esas buenas relaciones son una de las grandes espinas del candidato del PRO.
Mauricio Macri vivió una de sus peores pesadillas en 1991, cuando estuvo secuestrado durante 12 días y recuperó su libertad tras el pago de un rescate millonario. Fue una experiencia traumática de la que no suele hablar, pero que lo marcó para el resto de su vida.
Casado con Juliana Awada y padre de cuatro hijos, cuenta con un fuerte apoyo en la ciudad de Buenos Aires, que tiene la mayor renta per cápita del país y una de las más elevadas de la Latinoamérica.
Se alió en la campaña presidencial con la Unión Cívica Radical (UCR), histórico y centenario partido debilitado desde la crisis que sacudió al país en 2001. La UCR le dio sin embargo a Macri la cobertura federal que el PRO no llegó a construir en las 23 provincias restantes.
A la hora de definir su ideología, Macri prefiere proclamarse como "un emergente de la crisis de 2001", según declaró a la agencia de dpa.
"Creemos en los valores que representa la justicia social (una de las banderas del peronismo) como creemos en los valores republicanos que ha impulsado siempre el radicalismo y todas las defensas de las libertades que sentimos representar desde el PRO", expresó.
El político llegó a la carrera por la Casa Rosada procesado en la Justicia por supuestas escuchas ilegales. Su campaña se vio golpeada además por las denuncias contra su primer candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires, el periodista deportivo Fernando Niembro, y los millonarios contratos que firmó una consultora en la que tuvo acciones con el gobierno de Macri.
Macri sostiene que en sus ocho años de gobierno no prosperó ninguna denuncia sobre corrupción en su contra, pero el escándalo de Niembro lo hizo caer unos puntos en las encuestas.
Nada lo detiene sin embargo en pos de su objetivo. "Pobreza cero, lucha contra el narcotráfico y la unión de los argentinos", es su lema de campaña por el cambio.
"Te pido por favor que me acompañes con tu voto", urge el empresario a horas de la votación del domingo, en la que por uno o dos puntos, o quizás sólo unas décimas, pondrá en juego si entra en una eventual segunda ronda o dejará pasar su gran oportunidad de llegar a la Casa Rosada.
Sergio Massa, el tercero en discordia
El peronista disidente Sergio Massa se convirtió en el tercero en discordia en las elecciones presidenciales de Argentina, que les aguó la campaña tanto al oficialista Daniel Scioli como al opositor Mauricio Macri.
Aunque con pocas o casi nulas posibilidades de aspirar a una segunda ronda, con poco más de 20 por ciento de intención de voto a nivel nacional, el líder del Frente Renovador evitó una polarización entre Scioli y Macri y se transformó en una especie de árbitro que impregnó de incertidumbre el resultado del domingo.
Para algunos su candidatura presidencial es funcional al Frente para la Victoria (FpV) oficialista, al evitar que el postulante de la coalición opositora Cambiemos nuclee a todos los votantes opositores en desmedro de Scioli. Acompañado por Gustavo Sáenz en la fórmula presidencial del frente Unidos por una Alianza Alternativa (UNA), Massa retiene a la vez parte del voto peronista que de otra forma hubiera ido al oficialismo.
Massa surgió en 2013 como el joven político estrella del escenario argentino, al derrotar ese año al Frente para la Victoria (FpV) kirchnerista en las elecciones legislativas en la estratégica provincia de Buenos Aires.
Construyó el Frente Renovador, una fuerza política opositora heterogénea pero prometedora, basada en una amplia red de intendentes (alcaldes) de todos los partidos políticos y con contacto directo con el votante que le permitió superar incluso la desconfianza por su paso entre 2008 y 2009 como jefe de Gabinete del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Su discurso opositor moderado viró luego hacia una fuerte crítica al oficialismo, al comprobar que las medias tintas no convencían.
Una serie de errores políticos y de conducción minó sin embargo el potencial que prometía el Frente Renovador, muchos de los dirigentes que lo acompañaban lo abandonaron y en búsqueda de un nuevo, Massa acordó poco antes de las primarias de agosto una alianza con el gobernador de la provincia de Córdoba, el peronista disidente José Manuel de la Sota.
Obtuvo el 13,4 por ciento de los votos en agosto pero no se dio por vencido. Siempre acompañado por el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, lanzó una intensa y agresiva campaña de propuestas para impulsar la recuperación para disminuir la pobreza, endurecer las penas para condenados por corrupción y combatir el narcotráfico con ayuda de las Fuerzas Armadas, entre otras.
En dos meses, sumó un 50 por ciento más de apoyo. Captó el voto peronista disconforme con el kirchnerismo, parte de los independientes y el de los opositores para quienes Macri no es opción.
"Yo ya gané", asegura Massa, que con sólo 43 años tiene una larga carrera por delante. Su fuerza sumará además bancas en la Cámara baja y será un socio codiciado, tanto para una eventual segunda vuelta como para apuntalar en el Parlamento la gestión del próximo presidente.
Una vez más, Massa demuestra ser un político de raza, con reflejos y ambiciones claras.
Nació el 28 de abril de 1972 en el seno de una familia de clase media acomodada en la localidad bonaerense de San Martín, en las afueras de la capital. Allí comenzó su carrera política en la adolescencia en la desaparecida Unión del Centro Demócrático (UCeDe) neoliberal de centroderecha, para luego sumarse a las filas del peronismo.
Fue elegido en 1999 diputado provincial en Buenos Aires por el Partido Justicialista (PJ, peronista) y dos años más tarde se casó con Malena Galmarini, hija del ex funcionario del gobierno de Carlos Menem (1989-1999) Fernando Galmarini, con quien tuvo dos hijos.
Su suegro lo acercó al dirigente peronista Eduardo Duhalde, quien durante su presidencia en 2002 lo situó al frente de la estratégica Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES), donde comenzó a destacar con un estilo moderno de gestión que también cautivó al siguiente jefe de Estado, Néstor Kirchner (2003-2007).
Kirchner lo ratificó en el cargo, pese a que en 2005 fue elegido diputado nacional, y en 2007 dejó la banca al ganar la intendencia de Tigre, una localidad pujante pero con contrastes entre sus islas del Delta del Paraná, la expansión de exclusivas urbanizaciones cerradas y bolsones de pobreza.
Entre 2008 y 2009, y con sólo 36 años, fue convocado por Fernández de Kirchner para ejercer la jefatura de Gabinete de ministros.
Dejó el cargo para regresar a Tigre y llevar adelante una de las políticas que más lo popularizaron: su campaña contra la inseguridad con diversas acciones y cámaras de video en gran parte de los rincones del municipio.
La distancia con el kirchnerismo comenzó a crecer y se profundizó cuando WikiLeaks difundió sus veladas críticas a Néstor Kirchner.
Con la meta puesta más allá de su distrito, coqueteó hasta último momento con asociarse con Macri y Scioli, pero finalmente cada uno siguió por separado su carrera hacia la Casa Rosada.
Scioli, el equilibrista que quiere ser presidente
Tanto simpatizantes como detractores reconocen en Daniel Scioli a un equilibrista, característica que lo llevó a ser favorito en las presidenciales del domingo en Argentina como candidato del oficialismo, sector que no tuvo reparos para cuestionarlo con crudeza en los últimos años.
"Scioli siempre fue un equilibrista. Juega en los dos roles, cerca y lejos de la presidenta (Cristina Fernández de Kirchner). Fue elegido porque era el que mejor medía y tenía ese plus que atrae a los no K" (en referencia a los kirchneristas), dijo la directora de la consultora Management & Fit, Mariel Fornoni, en una reunión con corresponsales extranjeros.
Scioli, gobernador de la populosa provincia de Buenos Aires desde 2007, llegó a las elecciones como único candidato del Frente para la Victoria (FpV), ya que no se presentó ningún otro postulante en las elecciones internas del gobernante partido kirchnerista, con el que tuvo marcados acercamientos y distanciamientos.
El fallecido ex mandatario Néstor Kirchner (2003-2007) eligió a Scioli como su vicepresidente, cargo que ocupó entre 2003 y 2007, cuando se convirtió en gobernador de la provincia de Buenos Aires, el distrito electoral más importante, que concentra el 37 por ciento del total de los votantes a nivel nacional.
Scioli, de 58 años, estudió marketing en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y, tras haber dejado la carrera, se graduó tres semanas antes de las elecciones del próximo domingo.
Su desembarco en la política fue desde el deporte. En las décadas de 1980 y 1990 brilló en la motonáutica. En 1989 perdió el brazo derecho durante una competición, le colocaron una prótesis y siguió ganado títulos: en total, fue ocho veces campeón mundial.
"La población le ve transparencia, honestidad y humildad, (como un hombre) que ha superado cosas muy difíciles. Scioli tiene las virtudes de un deportista. Es el mejor yerno para toda suegra", lo definió el analista Ricardo Rouvier.
A inicios de 1990 el entonces presidente Carlos Menem (1989-1999) convocó a figuras populares del deporte y el espectáculo para formar parte del Partido Justicialista (PJ). Así, el ex piloto de automovilismo Carlos Reuteman llegó a ser gobernador de la provincia de Santa Fe, mientras que el cantante y actor Ramón "Palito" Ortega fue gobernador de la provincia de Tucumán.
Pero el que más lejos llegó fue Scioli: elegido diputado en 1997 y reelegido en 2001, fue secretario de Deportes y Turismo (2002-2003) durante la presidencia de Eduardo Duhalde.
Su trayectoria menemista siempre generó desconfianza entre los sectores más leales al kirchnerismo. Sin embargo, lo que terminó de exponerlo a las críticas fue la expresión de un deseo: en 2012 Scioli manifestó su ambición de llegar a la presidencia.
El gobernador aclaró que su intención fue siempre que Fernández de Kirchner no modificara la Constitución para poder concurrir a un tercer mandato, algo que no sucedió.
Lo que sí ocurrió luego fue el maltrato al que lo sometió la jefa de Estado y su espacio propio espacio político. El vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, lo tildó de "irresponsable".
Luego el gobierno nacional ahogó financieramente a la provincia recortando recursos y Fernández de Kirchner cuestionó a Scioli por su gestión. Hubo tensión, una reunión y la aprobación de una partida millonaria para enfriar las cuentas públicas.
De todos modos, el maltrato de la presidenta se mantuvo. A inicio de 2013 atacó a Scioli por tener "sus ahorros en dólares". El gobernador aclaró que no pesificaba sus ahorros porque necesita dólares para el tratamiento en su brazo en el exterior.
Pero el ex motonauta, al que definen como "un corcho que flota" por su capacidad de mantenerse, nunca rompió relaciones con Fernández de Kirchner. Y ella terminó colocando a Carlos Zannini, hombre de su extrema confianza, como candidato a vicepresidente junto a Scioli.
"Siempre he ejercido el poder en plenitud absoluta", dijo Scioli en repetidas entrevistas durante las últimas semanas, rechazando a quienes creen que, si gana, será un títere de la presidenta y del movimiento kirchnerista La Cámpora.
Qué, quiénes y cómo se vota en las elecciones en Argentina
Las elecciones del próximo domingo en Argentina definirán al sucesor de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, tras 12 años de gobierno kirhnerista que comenzaron con Néstor Kirchner (2003-2007).
Además, se escogerá a nivel nacional 130 bancas de diputados nacionales (sobre un total de 257) y 24 de senadores nacionales (sobre un total de 72) que se renuevan en diciembre.
A su vez, se elegirán los 43 escaños argentinos en el Parlamento del Mercosur (Parlasur). Desde la oposición al gobierno se había especulado que una de las candidatas al bloque regional iba a ser Fernández de Kirchner, algo que no sucedió.
La presidenta terminará el 10 de diciembre su segundo mandato consecutivo (2007-2011 y 2011-2015) y no puede presentarse en los comicios porque se lo impide la Constitución.
También se votarán los gobernadores, legisladores provinciales, intendentes y concejales en once provincias: Buenos Aires, Catamarca, Chubut, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Pampa, Misiones, San Juan, San Luis y Santa Cruz.
De los 40.1 millones de habitantes del país, la Cámara Federal Electoral informó que hay 32,037,323 de personas habilitadas para votar. El 37.01 por ciento del padrón electoral está en la provincia de Buenos Aires. El 7,95 en la Capital Federal. El resto del padrón está repartido entre las otras 22 provincias.
Las personas que no hayan sufragado en las primarias del 9 de agosto (donde se elIgieron a los candidatos) y que figuren en el registro de infractores no pierden su derecho ni su obligación de participar en los comicios.
Es obligatorio votar para los argentinos nativos, por opción o naturalizados mayores de 18 años y menores de 70. La inasistencia únicamente estará justificada en caso de enfermedad, causas de fuerza mayor o distancia geográfica.
Los jóvenes mayores de 16, incluidos quienes cumplan el domingo, podrán elegir por primera vez un presidente, aunque no es obligatorio.
El sufragio es secreto, se hace de modo presencial en un cuarto oscuro y por medio de una boleta física que puede ser cortada para, por ejemplo, elegir un candidato a presidente de un partido y uno a gobernador que sea otro partido.