17 años de navidades
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TEMAS
Desarraigo y migración. Y claro, el holocausto. La muerte sin fin de miles de seres humanos a un ritmo sordo, bestial, apocalíptico. Tres temas, tres ollas hirvientes arden en estos siglos 20 y 21: el desarraigo, la migración y el holocausto. Mi hermano Víctor S. Peña ha hecho suyas las dos primeras como apuesta de vida: ha migrado a un mejor estadio de vida que este local que se padece, y poco se disfruta. Se fue, usted lo sabe, de Saltillo a Hermosillo, Sonora. Y como aquel viejo personaje austriaco (Franz Tunda) de una novela de Joseph Roth, es un hombre surgido de la cultura del desarraigo, el cual se mantiene vivo gracias al viento que, obstinado, siempre sopla a su favor y lo empuja, lo empuja; siempre lo empuja hacia un futuro de éxitos y vida plena al lado de su familia.
Migrantes y desarraigados somos todos de alguna manera. De hecho, es nuestro sino, como característica a disfrutar o padecer, según sea su enfoque, lector.
De acuerdo a las enseñanzas de la Biblia, Dios le “habló” por primera vez a un ser humano, Abraham (Génesis XII) y la primera revelación o palabra de Dios es… una invitación al desarraigo y la migración: le insta a marcharse de su país y dirigirse al país que Él le va a mostrar. El abogado S. Peña, entonces, sólo repite y repasa lo que está escrito en el libro sagrado que sabe de antemano nuestros pasos. Todos. Por formación y educación de sus padres, el abogado especialista en transparencia gubernamental y rendición de cuentas es cristiano y católico a la vez. Por las mañanas iba al templo de los hermanos cristianos; por la tarde, a la iglesia a escuchar misa. O viceversa. De aquí entonces su formación ética, moral y espiritual acerada, de granito y linfa.
Migración y desarraigo, ¡qué combinación! El tercer condimento mortal es el holocausto, la sevicia, la violencia sin fin, que se siguen haciendo presentes en este siglo, el cual se pensaba que iba a ser mejor que el pasado. No fue así. Tal vez sea peor. A los horrores que usted ya conoce de la Primera y Segunda Guerra Mundial, se han sucedido multitud de guerras que han sido igual de fatídicas para los seres humanos, que las hemos contemplado con ojos como platos (Irán, Siria, Libia, Turquía, Colombia, Venezuela). ¿Qué hacer entonces? Pues lo que hace Víctor S. Peña: no dejar que el enemigo venza ni avance. Escribe. Lo deja una y otra vez por escrito no sólo en columnas bien pulidas para este diario, sino que lo deja por escrito en letra redonda y de manera oral en las conferencias que dicta seguido alrededor del mundo.
Esquina-bajan
En este año, amén de visitar y recorrer casi todo el País, Peña Mancillas fue lo mismo un par de ocasiones a Estados Unidos, que a Serbia, Turquía, Chile y Colombia. Lo hace en su calidad de hombre de letras, académico del Derecho y una de las voces más robustas y reconocidas a nivel nacional. Desarraigado y migrante lo es. Lo somos todos. Coahuila le quedó chico. Su talento es reclamado en otros lados, en otros ámbitos; menos aquí. Ni lo busca ni lo necesita. Incluso, rehúye invitaciones de instituciones locales. Entregado a la Academia y al estudio dilatado, ¿a qué venir a este pueblo bárbaro?
Hoy es 24 de diciembre, día de la Nochebuena, la mejor noche del año, y como es cábala, costumbre, fraternidad de hermanos, espero para almorzar en el lugar de siempre, a mi hermano S. Peña. Pago sin ver, como cada diciembre: va a llegar. En burro, jet, auto o autobús, pero va a llegar a la cita de nuestro almuerzo para así celebrar la llegada del maestro Jesucristo al mundo terreno. Un almuerzo dilatado y moroso que en esta edición va a ser el número 17. Diez y siete años sin fallar a la cita matutina y en 24 de diciembre. Se escribe rápido, pero se tarda uno la vida en cumplir lo anterior.
Víctor S. Peña pertenece a esa estirpe de pensadores, profetas, narradores, actores protagónicos que no sólo guardan la memoria de aquello que los gobernantes tratan de esconder en los vericuetos de las letras minúsculas, sino que lo denuncia diario, sin prisa y sin pausa, porque sabe de algo mayor, algo con tintes divinos: escribir es una forma de resistencia y de combate. Decía Jacques Derrida, a quien Peña conoce al dedillo y lee en su idioma: “todo testimonio responsable compromete una experiencia poética de la lengua”. Y los testimonios y letras del abogado, su lengua crítica, autorizada y alta son insoslayables en el Estado y en el País.
Letras minúsculas
Don Víctor, le espero hoy como cada año, como siempre, para abrazarlo y desearle buenas navidades… así sea hermano.