¿Qué sientes? Una pregunta que para muchos es prácticamente imposible de responder
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Parte de esta dinámica es el hábito cognitivo de separar bueno de malo en todo; emociones, experiencias, pensamientos
Los terapeutas tenemos amplia experiencia con preguntar, “¿Cómo te sientes?” para recibir respuestas que incluyen, “Pues mi esposa...” “En la vida he aprendido que...” “Pues, pienso que...” Ninguna de estas respuestas tiene que ver con el sentir, ni con como nos estamos relacionando con la vida y los eventos. Contamos situaciones dolorosas de la infancia y decimos, “Entiendo que para mi mamá era difícil la situación...” “No había otra opción...” sin darnos cuenta de que eso no quita la rabia, tristeza, o miedo que sentimos. Muchos de nosotros hemos construido una vida que se basa en hacer para evitar sentir, o bien solo queremos sentir lo “bonito”, lo positivo. “¿Qué caso tiene sentir cosas no placenteras?” “Al cabo todo está bien.” “No entiendo para que la hacen de tos, si eso ya pasó.”
Sentir nos acerca a ser más humanos. Los seres humanos no somos robots, ni computadoras. Tampoco tendríamos porque ser máquinas en un interminable hacer para alejarse de tiempos libres en los cuales podría surgir un destello de emoción y de cuestionamiento justo sobre la manera en que “vivimos”.
Parte de esta dinámica es el hábito cognitivo de separar bueno de malo en todo; emociones, experiencias, pensamientos. Polarizamos la vida de tal manera que no nos entregamos a las experiencias tal y como se presentan. En la Gestalt, la experiencia es una de las bases de la vida y del ser. Si sucede cualquier cosa más que menos desagradable, nuestro ego (estructura de personalidad) nos indica que hay que atravesar lo que nos está pasando lo más rápido posible, provocando un fenómeno de resistencia y evasión que causa que no procesemos lo sucede, perdiendo así la oportunidad de vivir la experiencia completa.
No me refiero a sumirnos en el dolor ni de exaltarnos de alegría de manera exagerada ni permanente. No hablo de sufrir. Sufrir es lo que nos pasa cuando no aceptamos el dolor real. Sugiero hacer el trabajo personal que requerimos para conocernos dentro de las situaciones que son parte de la vida, dejando de movernos mecánicamente, permitiéndonos cada día ser más humanos.