¿Cuál debate?
COMPARTIR
TEMAS
En un hecho inédito en Coahuila, ayer se realizó el primer debate de la historia entre candidatos a la Gubernatura del Estado. Sí, en pleno 2017, como si los 88 años de vida política anterior hubiesen sido de prueba, o no existiese la democracia.
Lamentablemente la escasa difusión del ejercicio provocará que los efectos del mismo sean prácticamente nulos en la toma de decisión, el próximo 4 de junio. Me explico.
Entre el primer debate –desarrollado en Saltillo– y la jornada electoral, median 46 días; y 31 días tomando como referencia el segundo, a efectuar en Torreón. La influencia de ambos en el sufragio, por tanto, será mínima, pues en ese mes de campaña que aún falta para la votación pueden ocurrir muchas cosas que les opaquen.
A lo anterior hay que añadir un agravante: la transmisión. Por un lado, se difundió tímidamente a través de radio y televisión, y por el otro sólo 4 mil 989 espectadores la vieron en su punto más álgido, a través del canal en YouTube del Instituto Electoral de Coahuila.
Más allá de alusiones personales, anécdotas, y el folclore inherente al evento, la exposición de los siete candidatos confirma lo que tiempo atrás he publicado: el espectro ideológico ha mutado, es cada día más flexible, y no es extraño ver a partidos de izquierda presentar propuestas conservadoras, o a partidos de derecha presentar propuestas progresistas, lo cual en otras épocas sería incongruente, pues a unos y otros los iguala. Considerando esa indefinición, en estos momentos vale más una clasificación de ofertas políticas entre democracia y dictadura.
Asimismo, en pasadas columnas he puesto sobre la mesa dos hipótesis a tomar en cuenta en el resultado final de la elección: las encuestas –que casi siempre fallan sus predicciones– ya no influyen en el electorado, y en las redes sociales –particularmente de los millennials– se definirá el ganador.
Seis de siete aspirantes –salvo Miguel Riquelme– coincidieron ayer en un cambio de rumbo. Nada nuevo, tomando en cuenta que la encuesta de marzo que publicó el periódico Reforma, arroja como dato que 95 por ciento de la población en el estado “considera que las cosas tienen que cambiar definitivamente”.
Para materializarlo, sin embargo, habrá que ser más pragmáticos que nunca para superar las barreras artificiales del proceso electoral. Una alternativa es esperar hasta al final de las campañas y utilizar el voto de la forma más útil: a favor del candidato de oposición que, entonces, tenga más posibilidades de ganar.
Luego del primer debate, la percepción es que sabemos por quién no hay que votar, pero no sabemos por quién sí. Quedan 46 días para decidirlo, y para que los candidatos aparentemente opositores se pongan a la altura de las circunstancias.